El esquema sobre el texto de César Paredes destaca cómo los periodistas comunitarios en Colombia enfrentan violencia y amenazas, en su lucha por suplir la falta de información en regiones donde los grandes medios no llegan. Sin grandes recursos, combinan técnicas tradicionales con nuevas formas de comunicar, a menudo en condiciones precarias. La cercanía con la comunidad les otorga una ventaja, pero también los expone a graves riesgos debido a la amenaza que puede representar para ciertos poderes su incidencia en las decisiones de las comunidades. Las muertes de periodistas en estos contextos profundizan la violencia en sus territorios, y su protección se convierte en un reto urgente para el Estado.
Y es que el panorama mediático en Colombia refleja una gran disparidad entre las regiones. Los medios tradicionales, movidos por grandes corporaciones, concentran su atención en las principales ciudades, dejando a muchas áreas rurales sin una adecuada cobertura informativa. En este vacío, surgen medios locales y periodistas comunitarios que, a menudo sin recursos suficientes, asumen el reto de informar sobre la realidad en sus territorios. Estos periodistas, al ejercer un liderazgo social, se enfrentan a amenazas constantes de actores armados y políticos locales, con un marcado aumento de violencia en los últimos años. La falta de apoyo estatal y de un marco de seguridad efectivo agrava su situación. A pesar de ello, su trabajo es fundamental para la democracia, ya que son muchas veces los únicos en vigilar y denunciar abusos en las zonas más conflictivas del país. Urge una mayor protección y reconocimiento de estos periodistas, quienes no solo informan, sino que también contribuyen a la cohesión social y al fortalecimiento de las comunidades.
