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Arauca es uno de los territorios de nuestro país que históricamente ha vivido la guerra en carne propia, la presencia de los grupos armados al margen de la ley han sido los responsables de la violencia física endémica que sufre la población civil en su vida diaria. En la actualidad, las disputas por el control del territorio y el ejercicio del poder se da entre las guerrillas del ELN y las disidencias de las Farc. Es así que el 26 de julio de 2024, la FLIP (https://flip.org.co/pronunciamientos/senalamientos-del-eln-incrementan-el-riesgo-de-la-prensa-en-arauca) se pronuncia respecto a la violencia sistemática que están ejerciendo estos grupos ilegales en contra de los periodistas de la región, quienes denuncian señalamientos de parte del ELN, quienes acusan a los periodistas de “replicar información de las disidencias de las Farc”, esto ha provocado amenazas, estigmatización y señalamiento, por otra parte, añaden que Arauca hace parte de los tres territorios donde se ejerce violencia contra la prensa y el principal agresor resulta ser los grupos armados. Lo cual, ha ocasionado el desplazamiento forzado por intimidación de miembros de la prensa regional. Es por esta razón, que, de acuerdo con el pronunciamiento de FLIP, se informa que se le solicitó a la mesa de diálogo para un acuerdo de paz entre el ELN y el Gobierno Nacional que incluya entre su agenda “la exigencia de no involucrar a la prensa en el conflicto ni instrumentalizarla para responder a sus intereses”. Esta instrumentalización de la prensa para la guerra evidentemente es gravemente lesiva para la comunidad tanto local como nacional, ya que se está vulnerando el derecho a la libertad de prensa y a la libertad de información.
En cuanto al ideal de la no subyugación de los periodistas en ejercicio de su deber, es realmente un ideal. Muchos periodistas y líderes sociales, populares y comunitarios son amenazados y esta violencia produce miedo colectivo, pues quien no se amedrenta, fácilmente se convierte en mártir y al tiempo en un mensaje a los que quieran sublevarse. Es bien complejo el panorama.
Finalmente, la educación mediática es crucial en la formación de valores y pensamiento crítico, no obstante, incluso como maestra que vive en el casco urbano, aparentemente, alejada del contexto de la guerra, temo, por cualquier tema “sensible” que pueda tratar, de manera que yo misma debo autocensurarme en ocasiones para preservar mi existencia.