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De acuerdo, la información va más allá del dominio de la opinión pública y permite forjar una forma de relación con sigo mismo, con los demás y con el entorno, por lo tanto es un asunto que nos convoca como sujetos éticos. En esa medida, no basta con estar informados, o con ser “buenos” para conversar sobre la realidad nacional o mundial; lo que tiene valor en este ejercicio es la posibilidad que tenemos como ciudadanos o desde nuestro rol como educadores de poner en obra el pensar sobre aquello que nos atañe. Ese pensar cobra vigencia y sentido solamente en nuestras formas de relación con el mundo, en otras palabras, nos hace mas sensibles a lo que acontece, a nuestra forma de conducirnos en sociedad.
La calidad y pertinencia de la información, así como nuestro interés por estar al tanto de nuestra realidad es fundamental para el desarrollo de una sociedad democrática, dado que lo que pasa a nivel local, nacional y mundial, es asunto que nos compete en la medida en que somos actores y por tanto responsables de este presente histórico. El tener presente que la información es una necesidad, nos lleva a su vez a preguntarnos ¿Qué queremos decir con “estar bien informados”? Y es que el asunto de las fuentes “confiables” no es suficiente para decir que en efecto nos informamos bien. En otros términos, no hay diferencia entre creer en una fuente reputada o creer en cualquier fuente X si en el fondo nuestro rol no va mas allá de la creencia.
