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Diana, estoy de acuerdo contigo. El entorno de los estudiantes es crucial al momento de comunicarles X o Y información, pues este contexto será parte de la interpretación que ellos hagan de lo que se les dice y, también, de las acciones que puedan llegar a desplegar a raíz del sentido que le den. Los espacios académicos y formativos son una construcción colectiva del conocimiento que se tiene sobre el mundo y hay que saber cómo convertir estos espacios en filtros plurales de la información que circula. Gracias por apuntarlo.
En el contexto que habitamos somos responsables de crear herramientas que nos defiendan de algo que, con el tiempo, ha ganado mucho más importancia y, por ende, poder: la información (o el dato). Así, quienes manejan la información se convierten en posibles manipuladores de la realidad. Por lo tanto, toda persona que quiera salir de aquella burbuja creada para todos, necesita, primeramente, reconocer cuáles son los obstáculos y en dónde se hallan. En medio de todo esto, la educación mediática es vital tanto para las nuevas como para las anteriores generaciones en esta constante lucha contra la tergiversación del mundo guiada por intereses específicos. Cuestionarse de dónde viene aquella información que consumimos y saber cómo reconocer información falsa resulta una medicina contra tantos malestares que pueden surgir a raíz de una sobrecarga de información falsa, teniendo en cuenta, de hecho, el estado de la salud mental en materia global. Por otro lado, estas mismas herramientas promueven el fortalecimiento de criterios más rigurosos en la lectura crítica que las personas puedan hacer del mundo, lo cual nos ofrece un panorama de puntos de vista consolidados y lo suficientemente fuertes para “no comer cuento”.
