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Resumen del caso:
Aunque Palestina sea un país que esté alejado de Colombia, considero que se vuelve cercano en la medida en que comparten la misma vulnerabilidad e historia cargada de violencia y castigo. Por tal motivo, quisiera traer este caso a colación, teniendo presente el genocidio que está ocurriendo y la persecución a periodistas a causa de la guerra.
De acuerdo con publicaciones hechas por Reporteros sin fronteras, “Palestina se ha convertido en el país más peligroso del mundo para los profesionales de los medios, con más de 100 reporteros asesinados en seis meses en Gaza por el ejército israelí desde el 7 de octubre de 2023”. Además de ello, muchos de ellos no solo han sido asesinados en medio del ataque a civiles, sino que han sido arrestados por las autoridades Israelís en el marco del ejercicio de sus funciones (Sociedad de Prisioneros Palestinos, 2024).
Sumado a lo anterior, algunos periodistas palestinos han denunciado censura por parte de algunas redes sociales. Este es el caso de Bisan Owda (@wisard_bisan1) o Motaz Azaiza (@motaz_azaiza) quienes han denunciado que el algoritmo de redes como Instagram impide subir contenido relacionado a la guerra en Gaza, ya sea porque lo bloquea o porque el mensaje no le llega al público.
Esta situación evidencia varios elementos:
- En tiempos de crisis los derechos humanos son relegados a un segundo plano, entre esos -y especialmente- el derecho a la libre expresión.
- Ser periodista, especialmente en un contexto donde se agudiza la crisis, implica ponerse en un mayor nivel de vulnerabilidad. Por tal motivo, es tan grave la censura por parte de los algoritmos de redes sociales, dado que impide construir una red de cuidado y protección hacia ese periodista y su seguridad y, en lugar de ello, lo deja en un estado de olvido.
- La función de los periodistas es fundamental para la construcción de relatos diversificados en torno a un mismo suceso. Esto quiere decir que, el periodismo (diverso) garantiza que no se constituyan relatos polarizadores entre los “buenos” y los “malos”. De ahí que, para el statu quo sea tan molesto la existencia de periodistas que resisten, tanto así que “los periodistas que habían resistido la presión de Hamás en Gaza se enfrentan a la propaganda israelí, que les acusa de trabajar para el grupo armado. A menudo son objeto de campañas de denigración y amenazas. Varios políticos israelíes han hecho llamamientos para que se castigue a los periodistas de Gaza.” (Reporteros sin fronteras).
- De acuerdo con la investigación realizada por Reporteros sin Fronteras, esta estigmatización viene dada desde el gobierno Palestino, quien ha aportado a la estigmatización y persecución de periodistas gracias a la ley de ciberdelincuencia de 2017.
¿Qué crees que podría pasar en el mundo si más periodistas cedieran ante la intimidación en lugar de continuar con su trabajo frente al peligro?
Ante esta situación, la primera respuesta que se me viene a la cabeza es que no pondrían en riesgo sus propia seguridad y vida. Sin embargo, el impacto para la democracia sería bastante grave de acuerdo con los elementos que señalé previamente. Esto debido a que, en primer lugar, disminuirían los canales de denuncia y las investigaciones a aquellos/as que vulneran los derechos de la población. Así mismo, se crearía un metarrelato oficial en torno a sucesos polémicos. Finalmente, esto daría lugar al frecuente atropello de los derechos humanos, así como la impunidad frente a estos y una mayor dificultad para transformar estas condiciones.
Reflexión:
Al comparar este caso con el de mis compañeros, considero que las similitudes entre estos casos recaen en que la información es un arma muy poderosa cuyo beneficio recae en quien la tenga. De tal forma, cuando un periodista busca desenmarañar y denunciar una situación, termina en una condición de vulnerabilidad bastante alta. Ahora, lo que demuestra el caso de los periodistas palestinos es que a esta vulnerabilidad ya dada por la situación de denuncia hacia actores poderosos, se le suma un estado de incertidumbre a causa de la guerra.
Por tal motivo, la educación mediática corresponde con el deseo de protección a la integridad y vida de las personas dedicadas a este oficio. Esto en la medida en que la educación mediática posibilita reconocer la importancia de la información, así como de las personas que la comunican de manera masiva.
Durante mis clases suelo decirles a mis estudiantes: desconfíen de todo, incluso de lo que yo les digo, porque no hay una sola verdad. Y aunque esta afirmación parezca paradójica, es un llamado al pensamiento crítico en un contexto en el que casi todas las personas tenemos acceso a la información de una manera tan sencilla.
Hoy en día, los/as muchachos/as están sujetos a una cantidad impresionante de información que se caracteriza por ser: sencilla de dirigir, superficial, muy breve, tendenciosa y anclada a unos intereses muy particulares. Sin embargo, si no se desconfía y se digiere así no más, entonces, se va a aceptar como verdad absoluta.
Y es que el problema yace en que nuestras acciones están orientadas por nuestras creencias, de tal forma que, si consumimos contenido que solo se encasilla en una línea de interpretación, entonces solo veremos un lado de la situación. En consecuencia, será difícil cuestionar(se), tender puentes de diálogo con los/as demás y construir formas alternativas de ser y de habitar.
Por tal motivo, la importancia de estar bien informados es una cuestión absoluta de libertad, es la posibilidad de desear genuinamente y decidir por sí mismo bajo un criterio enriquecido y crítico.
